domingo, 26 de octubre de 2008

¿Qué es grandeza?

Por L. Ronald Hubbard

La tarea más dura que una persona puede tener es continuar amando a sus semejantes a pesar de todas las razones para no hacerlo. Y el verdadero indicio de cordura y grandeza es continuar haciéndolo.
Para aquel que puede lograr esto, hay esperanza de sobra.
Para los que no pueden, solo existen penas, odio y desesperación. Y estos no son los elementos de los que se componen la grandeza, la cordura o la felicidad.
La trampa primordial es ceder a las tentaciones de odiar.
Hay gente que le nombran a uno como su verdugo. A veces, para la seguridad de los demás, es necesario actuar, pero no es necesario odiarlos también.
Hacer la tarea propia sin enfurecerse con los que intentan obstaculizarte es un signo de grandeza y de cordura, y solo entonces se puede ser feliz.
Tratar de lograr cualquier cualidad concreta deseable en la vida es algo noble. La más difícil (y que es necesario lograr) es amar a nuestros semejantes a pesar de todas las tentaciones de hacer lo contrario.
Si existe una cualidad de santidad, no es la de perdonar.
El “Perdón” acepta la maldad del acto. No hay razón para aceptarla. Además, se tiene que calificar como malo el acto para perdonarlo. El “Perdón” es un nivel de acción mucho más bajo y es más bien una censura (o una crítica).
La verdadera grandeza simplemente rechaza cambiar frente a las malas acciones contra uno mismo, y una persona grande en verdad, ama sus semejantes por que los comprende.
Después de todo, todos ellos se encuentran en la misma trampa. Algunos están completamente ajenos a esa situación, algunos se han vuelto locos por esa razón, algunos actúan como aquellos que los traicionaron. Pero todos, todos están en la misma trampa: los generales, los barrenderos, los presidentes, los dementes. Actúan como lo hacen porque todos ellos están sometidos a las mismas crueles presiones de este universo.
Algunos de nosotros estamos sometidos a esas presiones y aún seguimos haciendo nuestros trabajos. Otros han sucumbido desde hace mucho tiempo y desvarían, torturan y se pavonean como las almas desequilibradas que son.
Salvar a algunos de ellos es una empresa peligrosa. Si te aproximarás a muchos de los dirigentes estatales del mundo y les ofrecieras liberarlos (como sólo un cienciólogo puede hacerlo), se podrían hechos una fiera, elogiarían a su policía privada y en general causarían situaciones desagradables. De hecho, uno de ellos lo hizo… fue asesinado más tarde, no por nuestro deseo, sino debido a la incompetencia de los tipos que lo rodeaban. El podía haber usado Cienciología. En vez de eso, intentó de inmediato aniquilarla ordenando redadas y diversas acciones insensatas contra las organizaciones de Cienciología. Que luego muriera de un disparo no tiene nada que ver con nosotros, pero sólo demuestra lo incompetente y mortal y transitorio que era en realidad.
Cuando nos vayamos haciendo más fuertes, podremos ser muchísimo más pródigos y desprendidos con nuestra ayuda. Hasta que llegue ese momento, al menos podemos comprender el hecho de que la grandeza no tiene su origen en guerras salvajes o en ser conocido. Tiene su origen en ser fiel a tú propia decencia, en seguir ayudando a los demás sin importar lo que hagan, piensen o digan, a pesar de todos los actos salvajes contra uno mismo; en perseverar sin cambiar nuestra actitud básica hacia el hombre.
Un cienciólogo entrenado plenamente está en una situación mucho mejor par a comprender que otro que esté entrenado parcialmente. Porque el cienciólogo que sabe de verdad, es capaz, no sólo de mantener la confianza en sí mismo y en lo que puede hacer, sino que también pueden comprender por qué los demás hacen lo que hacen. Y al saberlo, no se desconcierta o desalienta por pequeñas derrotas. En esa medida, la verdadera grandeza depende de la sabiduría total. Actúan como lo hacen porque son lo que son: seres atrapados, aplastados bajo una carga insufrible. Y si se han vuelto locos por esa razón y ordenan la demolición de naciones enteras por errores de interpretación, todavía se puede comprender por qué y se puede comprender también el grado de su locura. ¿Por qué debería alguien cambiar y comenzar a odiar sólo porque otros se hayan descarriado y sus destinos sean demasiado crueles como para poder encararlos?
La justicia, la clemencia, el perdón, son todas ellas virtudes que carecen de importancia frente a la capacidad de no cambiar por la provocación o las exigencias de hacerlo así.
Se debe actuar, se debe mantener el orden y la decencia; pero no hace falta odiar o buscar venganza.
Es cierto que los seres son frágiles y cometen errores.
El hombre es básicamente bueno, pero puede actuar mal.
Sólo actúa mal cuando los actos que se realizan para el orden y la seguridad de los demás se hacen con odio. O cuando su disciplina sólo se basa en la seguridad propia, sin tener en cuenta la de todos los demás; o peor aún, cuando actúa sólo por gusto a la crueldad.
No mantener ninguna clase de orden es un acto insensato. Sólo hace falta mirar las posesiones y el entorno del demente para darse cuenta de esto. El capaz mantiene buen orden.
Cuando la crueldad en nombre de la disciplina domina una raza, a esa raza se le ha enseñado a odiar, y esa raza está condenada.
La verdadera lección es aprender a amar.
Quien quiera mantenerse libre de todo ataque durante el transcurso de sus días, debe aprender esto.
Nunca uses lo que se te ha hecho como base para odiar. Nunca desees la venganza.
Requiere de verdadera fortaleza amar al hombre. Y amarlo a pesar de todas las tentaciones para hacer algo distinto, de todas las provocaciones y de todas las razones por las que no deberíamos hacerlo.
La felicidad y la fortaleza sólo perduran en ausencia del odio. Odiar por sí sólo es el camino hacia el desastre.
Amar es el camino de la fortaleza. Amar a pesar de todo es el secreto de la grandeza, y es muy posible que sea el mayor secreto de este universo.






CIENCIOLOGIA: Del griego Cio saber en la mayor extensión de la palabra, es decir saber más para saber actuar. Es una filosofía aplicable.

mexicoaclarado@yahoo.com.mx

1 comentario:

Xenumex dijo...

Con razón congeniaste con Hubbard, es igual de "chaquetero mental" que tú. Por eso no quieres castigar a los criminales, imaginate si aplicamos eso a los terroristas del 11 de sep. Tendríamos que perdonarlos no? y ya con eso "tenemos grandeza".
Mas bien es una manera de compensar su complejo de inferioridad y su falta de capacidad para enfrentar la maldad, ademas de ser cobardes claro está.

No cabe duda que Hubbard era un cínico sinverguenza, como se atreve a escribir esto, cuando él fue directamente responsable de la muerte de su hijo Quentin, COMO SE ATREVE!!!! eso solo deja ver que era un tipo sin sentimientos

Xenumex